El abogado Juan Diego Castro nunca disputó una elección y pertenece a un partido diminuto que solo ha logrado elegir a un diputado, pero encabeza por poco las encuestas para las aún muy inciertas elecciones presidenciales del 4 de febrero en Costa Rica.

Armado de una escoba con la que se presenta ante los electores, el penalista de 62 años, reconocido por sus lentes y su bigote entrecano, caló en un segmento del electorado con un discurso de "barrer" la corrupción y el crimen.

Pero aunque aparece al frente de los últimos sondeos, el respaldo al candidato del Partido Integración Nacional no pasa de 18% y se mantiene en un empate técnico con candidatos de los partidos tradicionales del país. El escenario es de total incertidumbre a un mes de las elecciones.

Si ningún candidato obtiene al menos 40% de los votos, habrá una segunda ronda el primer domingo de abril.

El Partido Liberación Nacional (PLN), el más tradicional del país, postuló al exministro y exdiputado Antonio Álvarez, mientras que el tradicional Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) tiene como abanderado al abogado Rodolfo Piza.

Una encuesta de diciembre del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) señaló que 34% de la muestra se mantiene indecisa sobre quién votar.

Castro, exministro de Seguridad Pública y de Justicia en el período 1994-1998, bajo un gobierno del PLN, apareció en la encuesta con 18% de apoyo, seguido de Álvarez con 14% y Piza con 13%.

Los restantes candidatos, de un total de 13 postulados a la presidencia, aparecen con menos de 10% de respaldo.

La encuesta del CIEP se efectuó del 4 al 13 de diciembre con 1.578 entrevistas telefónicas y tiene un margen de error de 2,5 puntos.

Analistas consideran que el cuadro es evidencia de que el escenario electoral está abierto para cualquiera de los aspirantes.

El politólogo Gustavo Araya, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y de la UCR, consideró que Castro creció en las encuestas con un discurso contra la corrupción en momentos en que la agenda noticiosa nacional estaba dominada por un escándalo por el otorgamiento de créditos millonarios de bancos públicos a un importador de cemento chino.

- Cambio de panorama -
El caso provocó en los últimos meses la detención de altos ejecutivos del estatal Banco de Costa Rica, la suspensión de un magistrado de la Corte Suprema y del exfiscal general, y evidenció una red de tráfico de influencias en los tres poderes del país.

"El tema de la corrupción le resultó beneficioso a Juan Diego Castro por su imagen histórica de personaje fuerte, ligado al área penal", comentó Araya.

"Pero el tema ya pasó, se gastó, y los candidatos tendrán que pensar en qué ofrecer al electorado para los cuatro años en que deberán gobernar", agregó.

La elección de 2014 fue la primera desde la década de 1950 en que se rompió el bipartidismo imperante entre el PLN Y el PUSC, con la elección del actual presidente Luis Guillermo Solís, del centrista Partido Acción Ciudadana (PAC).

En esa ocasión, Solís llegó a la recta final de la elección con menos de 10% de apoyo en las encuestas, y emergió como una alternativa a los partidos tradicionales. Algunos analistas creen que la actual elección podría ofrecer un escenario similar.

"En la elección pasada, casi 40% de los votantes se decidieron en la última semana, y la mayoría fueron jóvenes. Tengo la impresión de que vamos a tener un proceso parecido", comentó Alberto Cortés, catedrático de Ciencias Políticas en la UCR.

Destacó, además, que los candidatos que ocupan los primeros lugares están al alcance de los que les siguen en las encuestas.

Cortés consideró que Castro tiene pocas opciones de ganar por ser un candidato poco moderno que no conecta con la agenda de los votantes jóvenes, que son los que más se definen al final de la contienda.

Así, todo apunta a que la votación se definirá en la segunda vuelta en abril.